"The Boy who cried Wolf" en el Hebbel Theather

Desde la Potsdamer Platz se toma la Stresemannstraße y se baja y se baja, ya en pleno barrio de Kreuzberg, hasta el número 29; ahí el Teatro Hebbel resiste como un coloso de sillares grises y bar encantador. No voy a ponerme pesado con la historia de este teatro ni de su arquitecto (que podéis leer aquí), sólo un apunte jugoso: construido entre 1908 y 1909 -se abrió en enero de 1909- fue de los pocos teatros que permanecieron en pie en Berlín tras la derrota alemana en la segunda guerra; rápidamente el teatro recuperó su actividad -"Die Dreigroschenoper", "La ópera de tres centavos" de B. Brecht lo reabrió-, y también recuperó, claro está, el público, que acudía entre ruinas a las veladas que pagaba -lo explica el enlace de arriba- como podía, incluido el pago en carbón. Si el teatro no es alimento y calor que venga alguien a explicármelo.



El Hebbel Theater ha acogido desde el 15 de septiembre hasta el primero de octubre el Festival "Testing Stage. A Window to Performa New York", un programa de nuevos creadores que llevan al leguaje teatral las nuevas técnicas audiovisuales y las viejas de la performa y las bellas artes. Un Festival perfecto para este teatro que organiza conjuntamente con la bienal Performa New York.
"The Boy who cried Wolf" de Simon Fujimara cerró el Festival y yo tenía la esperanza de que mi inglés no fuera tan malo como para no enterarme de nada y que la obra no fuese esencialmente hablada. La obra o, mejor dicho, las tres obras, efectivamente, eran esencialmente habladas y me enteré más bien mal del argumento cuando después, en el descanso y la salida, contrasté con mi maravillosa acompañante lo que yo pensaba que pasaba con lo que decía en realidad. Pero ¡eh! esto es teatro y el teatro no es solo palabra. Así que ahí estaba centrado en las pocas frases que podía entender y en el resto de cosas que sí podía entender. La primera es que Simon Fujiwara no es un actor pero es un buen orador; un autor con capacidad para enganchar con sus exposiciones. Es un poco un híbrido entre un orador TED y un cuentacuentos. La segunda es que Fujimara tiene talento imaginativo. Sus invenciones son interesantes, no son tramas sino sucesos, investigaciones, descubrimientos ocurrentes y con un punto de divertimento; pero además tiene la otra imaginación, la de la exposición, la de la técnica, utiliza junto al discurso, la instalación, las pantallas donde mostrar gráficos, infografías, fotografías, recreaciones artísticas que nos trazan una verdadera línea de investigación. Esa es la trama: la recreación, a partir de una ficción que intenta ligar a su propia vida, de un mundo paralelo. Y con esto Fujimara consigue levantar sus historias y que el personal entre en ese mundo. En fin, imaginación y técnica y público embobado, eso es... ¿arte? Yo diría que sí.
He visto algún video de Fujimara, como el que cuelgo a continuación de la Serpentine Gallery y el que le sigue, donde se ve el trabajo artístico y técnico que acompaña a sus trabajos; pero en las tres historias que componen "The boy..." el autor intenta cambiar la exposición brillante del aula por la puesta en escena.

Simon Fujiwara - Mapping The Frozen City from Serpentine Gallery on Vimeo.


The Frozen City at Frieze Art Fair 2010 from Paul Beany Hines on Vimeo.


Desgraciadamente no encuentro ningún vídeo en el que se pueda ver cómo lo hizo pero sí alguna fotografía.


¿Alguna conclusión? Es difícil trasladar al escenario sus exposiciones y, desgraciadamente, siempre queda algo de formato ajustado a otro formato, una impresión que sin embargo no ocurre en la primera de las historias "The Mirror Stage", realmente lírica y que olvida el género "conferencia" por el de "confesión o diálogo", aunque sea ante un espejo interpretado por un sorprendente niño Qui Bo Hofstede. Pero qué más da, teatro sí, teatro no, estamos ante un nuevo arte capaz de adaptarse a diferentes ámbitos, es más, un nuevo arte cuya esencia es esa precisamene, multiplicarse en video, en escena, en libros y demás canales; un arte que intenta construir tomando herramientas y materiales de donde le viene en gana.