"Yo me bajo en la próxima... ¿y usted?", en la Imperdible

El rumor llega hasta mí por Sergio, al parecer en una universidad alemana cuelgan los retratos de algunos ciéntificos galardonados con el Nobel, hasta aquí todo normal, pero en el retrato de nuestro insigne y nunca suficientemente elogiado Ramón y Cajal se ve no al Nobel español sino a su máscara en tve, o sea, Adolfo Marsillach caracterizado de don Santiago. Y seguro que es verdad y que Marsillach conocía el asunto y no dijo nada, incluso estoy dispuesto a pensar que Marsillach dio el cambiazo una tormentosa noche propicia solo para una sopita caliente al Sturm und Drang. Y es que leyendo las memorias -Tan lejos, tan cerca- del actor catalán uno no puede más que asombrarse de esta personalidad genial pero vanidosa y rencorosa hasta el hartazgo. Todo en esas memorias se convierten, por una cosa o por otra, en un ajuste de cuentas, pero la admiración que provoca el trabajo de Marsillach y sus muchos talentos, además de ser testigo y protagonista de casi medio siglo de teatro español, nos impulsa a seguir leyendo.
Marsillach es Cajal y justo antes de Cajal, justo antes del golpe de estado, en 1980, fue el autor de "Yo me bajo en la próxima... ¿y usted?". Le habían encargado una obrita corta para café cantante, que no excediera la media hora y Marsillach hizo un primer borrador de la obra. Tuvo éxito y se animó a escribir una versión larga. El éxito fue inmediato por varias razones:
1.La pareja protagonista eran Concha Velasco y José Sacrisán
2.Era una comedia ligera con números musicales y lucimiento para los actores
3.El tema era la pareja, la separación y la cuestión sexual
4.El texto retomaba todos los tópicos de la educación del régimen desde la humorada



Y todo esto en los años ochenta fue un auténtico pelotazo. Pero Marsillach no estaba contento, pensaba que el protagonismo de los actores le restaba importancia a su texto. Haro Tecglen en su crítica desde El País dijo que literariamente era "teatro menor" y otras cosas bien traídas. Y eso ofendió mucho al autor, claro.
Sigo con la historia: a Sacristán le ofrecen un papel en la La colmena, y como todos sabemos, acepta. El espectáculo se queda sin actor y el propio autor, que reconoce que ni sabe cantar ni bailar, se ve forzado a interpretarlo. Un mal trago porque no volvió a subirse a los escenarios hasta catorce años después.

El Diario de Sevilla me mandó a hacer la crítica de la nueva adaptación que han realizado desde Producciones Imperdibles. Os la pego a continuación.

MARSILLACH Y LA HISTORIA SENTIMENTAL DE LA DICTADURA
Producciones Imperdibles. / Dirección: José María Roca / Actores: Belén Lario y Javier Castro
Viernes, 29 de octubre / Teatro Duque-La Imperdible / Lleno

Escrita originalmente por encargo y como un juguete de apenas media hora para café-cantante, Yo me bajo en la próxima… se estrenó en su estado definitivo en los ochenta y tuvo un éxito arrollador. Sus dos aplaudidos intérpretes, Concha Velasco y José Sacristán, sacaron adelante este espectáculo en el que, a la vez que se repasaba, junto a un piano, la historia musical de la España franquista, se mostraba las incongruencias y shocks que los cambios sociales provocaron en las mentalidades de los españolitos. Así que yo iba al teatro con la idea de ver a dos intérpretes cantando y bailando y con la curiosidad de comprobar cómo se habían salvado los anacronismos, es decir, todas las referencias a productos y personajes de los años de la dictadura que hoy desconoce una parte del público. Pero ni una cosa ni otra. Es cierto que Yo me bajo en la próxima… sigue siendo un espectáculo musical pero los temas sólo acompañan, en sus versiones originales, la acción de los actores; por otra parte, del texto original se han suprimido algunas partes más oscuras o aburridas para el espectador de hoy pero se han mantenido, con algún guiño contemporáneo, el espíritu y las referencias de esas generaciones que se casaron entre los setenta y los ochenta.



Porque esta es la historia de una pareja. Una historia encantadora y cómica y triste, claro. Un hombre y una mujer se conocen en el metro y terminan casados a los treinta días pero –esto no es una sorpresa– nada es como se esperan: el hombre no ha conquistado a una sirvienta virgen ni la mujer a un amable caballero y apasionado amante. A partir de esta línea argumental se van sucediendo sketches en los que los dos protagonistas, ya desencantados, repasan sus andaduras sentimentales. Una fórmula de éxito con un solo riesgo: encontrar la pareja adecuada que cuente la historia. José María Roca ha apostado para su versión por Belén Lario y Javier Castro, una pareja más que solvente que demostró ya su vis cómica en el espectáculo de larga duración Pareja abierta, producida por este mismo teatro. Belén y Javier componen en esta nueva obra la perfecta pareja progre con más matices de los que esperamos, y dibujan con simpatía esa historia sentimental de una generación que asistió a los cambios más radicales de la sociedad española del siglo XX.

La foto de Marsillach de El País.