"El encuentro de Descartes con Pascal joven" en el Lope de Vega

Me voy a desviar un poco. Ayer leí en el suplemento "Culturas" que la Vanguardia incluye los miércoles, la crítica a "Omena-G" de Joglars, obra que se estrenó en Sevilla y de la escribí aquí mismo. En muchas cosas estoy de acuerdo con la crítica artística de "Culturas" aunque ésta fuera muy breve ya que la mayor parte del texto se centra en las conexiones políticas de Boadella con Aguirre y las alianzas y alineamientos de él y de otros. La verdad es que conforme leía, sentía que perdía algo, la virginidad, supongo. Luego, sin embargo, he pensado: vale, Boadella se acuesta con Aguirre y Flotats se acostaba con Pujol, ¿y qué? ¿Qué lección es ésta? Todos nos acostamos con alguien, tarde o temprano y por distintas razones. Y ahora, al arte. Porque aún recuerdo con una sonrisa la hora y cuarto que Josep Maria Flotats y Albert Triola mantuvieron el 27 de marzo, cara a cara, en la arena del Lope. Fuimos a la función de las seis y media y allí me encontré al público más respetuoso de esta temporada y una relajación estimulante que se transmitía a todo el mundo y que los actores notaban. La gente se reía en los momentos de agudeza, contenía la respiración ante el sufrimiento del joven Pascal y reaccionaba, en fin, como un organismo con los dos actores y el maravilloso texto de Jean-Claude Brisville. Un texto que lleva toda la meditación metafísica al terreno de la razón y lo mundanal: el bien que hace el descanso, el ocio, la ciencia, y alejarse de los fanatismos que nos destruyen y que aniquilan la convivencia.



Un viejo y sabio Descartes, dibujado por un Flotats pleno de facultades, intenta llevar al terreno del gozo intelectual y físico a un Pascal joven que se encuentra en el polo opuesto, en un misticismo religioso y tormento físico que le impide disfrutar de las pequeñas cosas y del humanismo que le muestra Descartes. Es una lucha de humores diferentes pero de intelectos de igual altura, porque Pascal no es ningún simple y se da cuenta de que la razón no puede explicarlo todo, que hay "razones ocultas a la razón". Albert Triola interpreta con fineza este personaje complicado, entre la enfermedad, el miedo, la desconfianza hacia todo, sobre todo a sí mismo, que quiere entender pero no puede, que está sumido en una trágica y sincera lucha por encontrar lo absoluto.
Un gran encuentro, un espectáculo austero, dos grandes actores y un tarde fantástica de primavera.