De Mahagonny a Youkali, un viaje con Kurt Weill en el Lope

Inauguré este blog haciendo referencia a este día, esta noche, y ya ha llegado y ya se fue. Desde hacía unas semanas me había creado una lista de reproducción en Spotify con todas las canciones que encontré de Kurt Weill, el compositor alemán nacido en 1900 y muerto en Nueva York en 1950. En la lista de reproducción te encontrabas desde Micky Ríos con Ana Belén -sí, ellos también, hijo- hasta Louis Armstrong pasando por cantidad de sopranos que habían incorporado a su repertorio clásico los temas de Weill. Después del espectáculo, porque estas reseñas se escriben todas después del espectáculo, en el Diario, me encontré con Pablo J. Vayón que, claro, conocía perfectamente el repertorio del compositor judío, pero con el que entablé un rifirafe porque yo defedía que la interpretación de Vicky Peña era mejor a las de las sopranos que había escuchado, que se mostraban mucho más rígidas. Y Pablo que no, que algunas actúan muy bien, que no son de cartón piedra. Y sí, yo me lo creo pero no como Vicky Peña, no. Él no la ha visto.
Salió al escenario tan sólo con sus gafas de lectura, una camisa blanca, un pantalón negro, el pelo recogido en una trenza, descalza. Había dos direcciones para la luz, la que se proyectaba sobre el piano y la que la iluminaba a ella, sentada en un taburete alto, tras un atril mientras nos contaba la peripecia vital de Kurt Weill. Pero luego se levantaba para interpretar los temas más animados y entonces la iluminaba un cañón de luz y ella se transformaba en todos los personajes de las operetas, comedietas y demás obras de Weill, ya fuese en colaboración con B. Brech o con otros.
Era un prodigio verla porque lo mismo te hablaba como el maki navaja de la "Ópera de tres peniques" que como una vieja sin dientes, que como una niña caprichosa, y era una máscara tras otra y un registro vocal e interpretativo -¡esa mirada y ese gesto!- que cambiaba y te cambiaba el ánimo con una inflexión de voz o una risa o un soplo airado. En fin, como veis me encantó. Y creo que llevaré este espectáculo siempre en la memoria como un momento delicioso. La reseña, en la que hablo de otras cosas, se publica hoy en el Diario de Sevilla.